Más de 1,7 millones de vascos y casi 2,7 millones de gallegos están llamados a votar este domingo en sus respectivas comunidades. Los colegios electorales, abiertos entre las 9.00 h y las 20.00 h serán el epicentro de la información de este día que será clave en el devenir de la política de ambas regiones, pero también de España.

El 21-O supone para Euskadi sus décimos comicios autonómicos, los primeros que se celebran tras el cese de la violencia de ETA. En Galicia, donde serán las novenas elecciones, el PP buscará revalidar la mayoría absoluta que ha permitido gobernar en la última legislatura a Alberto Núñez Feijóo.

Sin embargo, más allá del ámbito regional, las elecciones gallegas y vascas llegan en un momento crucial a nivel estatal: de la victoria o fracaso del PP en Galicia dependerán los próximos pasos de Rajoy en Moncloa, mientras que en Euskadi la llegada del PNV o Bildu al poder supondría un batacazo para el PSOE —y Rubalcaba— y un impulso al debate soberanista que ha iniciado Artur Mas en Cataluña. Esto es lo que el Gobierno de Rajoy y el principal partido de la oposición, el PSOE, se juegan este 21-O en clave nacional:

Antes de que Rajoy llegase al Gobierno español, Feijóo era el abanderado de la austeridad en la Xunta. La victoria del PP en Galicia, denominada el laboratorio de los recortes de Rajoy, será clave para el presidente del Gobierno. Si se cumple lo pronosticado en las encuestas Feijóo revalidaría la mayoría absoluta en el Parlamento gallego —según el CIS, lograría 38 de los 75 escaños—.

No obstante, la victoria arrolladora de los populares no está tan clara: debe conseguir al menos 38 diputados para tener la mayoría absoluta, y las medidas antisociales de Rajoy pueden pasar factura a Feijóo —el repago farmacéutico que afectó por primera vez a los pensionistas, la subida del IRPF y del IVA...—, que aunque llegase a ser el partido más votado, las demás formaciones que entren en el Parlamento —PSOE, BNG y Alternativa Galega de Esquerda (AGE)— serían capaces de hacer frente con una coalición de Gobierno si obtuviesen más escaños.

En lo que al rescate de España se refiere, son muchos los que apuestan por que Rajoy espera a que pase esta cita electoral para tomar una decisión definitiva al respecto.

Si el PP gana en Galicia, para el Gobierno central no sería solo un balón de oxígeno para continuar con sus políticas de recortes, sino que estaría más cerca todavía la petición de rescate a la UE de la que tanto rumorearon algunos medios y se llegó a decir que Rajoy pediría en el mes de noviembre, una vez pasasen los comicios gallegos y vascos.

En ninguna de las dos comunidades el PSOE parte como favorito a ganar las elecciones, y de no lograrlo en ninguna de ellas tanto el partido como su líder nacional, Alfredo Pérez Rubalcaba, quedarán especialmente tocados.

Patxi López es uno de los grandes apoyos de Rubalcaba a nivel nacional. Su victoria en Euskadi sería el castigo en las urnas de las políticas del Gobierno central, a las que López ha hecho frente en los últimos meses. Sin embargo, López no es el único político vasco que repudia los recortes de Rajoy, en este ámbito compite con Laura Mintegi de EH Bildu e Iñigo Urkullu (PNV) —aunque con este último compite en menor medida, puesto que el discurso de Urkullu ha seguido la línea del soberanismo—.

Pero si el actual lehendakari socialista no consigue revalidar gobierno, estaría en el aire un cambio de liderazgo en el PSE. López no ha aclarado todavía que hará si se llegara a confirmar esta posibilidad, aunque por el momento sí ha descartado que se haya planteado dedicarse a la política en Madrid.

En Galicia, Pachi Vázquez dependería de otras fuerzas políticas nacionalistas y de izquierda —BNG, AGE— para poder desbancar a Feijóo de la Xunta. Si el PP no lograra una mayoría suficiente y los tres partidos lograran superar a los populares en número de escaños, la victoria del PSOE sería por partida doble: no solamente ganaría Vázquez, sino que Rubalcaba saldría aupado a nivel nacional, consolidando el cambio de Gobierno que hubo en Asturias y sumando otra comunidad socialista, junto a Andalucía.

No obstante, el paso de Rubalcaba por la campaña electoral gallega no ha sido positivo —en algunos mítines no ha logrado llenar auditorios de 200 personas—, y si los pronósticos más desfavorables para el PSOE se confirman, la consolidación de Feijóo en Galicia sería otro duro golpe para el líder socialista.

Iniciado por Artur Mas en Cataluña, el discurso soberanista ha acaparado la campaña electoral, especialmente en Euskadi. El PNV —que, según el CIS, ganaría este 21-O los comicios vascos— sabe que el sentimiento nacionalista, pero también el independentista, están más de actualidad que nunca, y por ello se le ha escuchado pedir a Rajoy que "no demonice el nacionalismo" o que "se podría estudiar" un Estado autonómico organizado con dos comunidades con gobiernos claramente autónomos —en alusión a Euskadi y Cataluña—.

EH Bildu, la izquierda abertzale, es la gran novedad en estos comicios y la fuerza política que según las encuestas quedaría en segunda posición en el País Vasco tras las elecciones. De su campaña electoral, protagonizada por auditorios abarrotados de simpatizantes, destaca la aparición de Arnaldo Otegi en un multitudinario mitin en Barakaldo. Una grabación del exportavoz de la izquierda abertzale clamaba que el independentismo en el País Vasco está ante una oportunidad para asumir la "soberanía económica y política", poniendo como modelo el caso de Escocia. También ha surgido la voz de los presos de ETA, que han pedido el voto para esta formación.

Pero no solo Bildu o PNV han utilizado el soberanismo, aunque con otra finalidad. El candidato del PP, Antonio Basagoiti, emergía hace unos días como garantía para hacer frente a la "ofensiva nacionalista". En palabras de Basagoiti, el PP debe contar con "una voz alta, fuerte y consolidada" en la Cámara vasca porque eso permitirá "poner en su sitio los planes de independencia".

Feijóo, por su parte, ha tratado alejarse del discurso nacionalista y soberanista en Galicia, aunque no por ello ha rechazado la "radicalización" que en su opinión está adquiriendo el nacionalismo gallego y se ha postulado en contra del discurso independentista de Mas en Cataluña.

Si las encuestas se confirman, el ascenso del nacionalismo vasco sería doble: por un lado, el PNV ganaría las elecciones, pero Bildu también ganaría presencia al convertirse en la segunda fuerza en el Parlamento vasco.

En este punto, la cuestión que todavía está en el aire es qué tipo de mayoría tendría el PNV —el CIS por ejemplo no le da la mayoría absoluta—, y se vería obligado a pactar o a llegar a acuerdos con otras formaciones de la Cámara vasca para poder gobernar. Urkullu ya dejó caer en algún que otro discurso que la línea del PNV estaba más cerca de Bildu que del PP "por cuestiones de identidad", aunque no hay pactos asegurados por el momento y habrá que esperar a conocer los resultados electorales.

Otro asunto en los comicios vascos concierne a cómo están repartidos los escaños en función de las provincias. Se ha llegado a hablar de que aunque las encuestas den ganador al PNV en número de escaños, EH Bildu podría llegar a obtener más votos en el total de las tres provincias vascas.